ECONOMÍA TAURINA MAS QUE "FIESTA BRAVA"

ECONOMÍA TAURINA MAS QUE "FIESTA BRAVA"

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Viernes 14 de Junio de 2.013..

 

Fuente: PORTAFOLIO.CO.

Estas temporadas generan 1.200 empleos directos y 15.000 indirectos.

Toreros, ganaderos, subalternos y hoteleros son algunos de los beneficiarios del mundo de los toros de lidia.

Más allá del fervor de la fiesta brava, la industria taurina representa una amplia cadena de procesos que inciden sobre la economía de las ciudades donde se desarrollan las temporadas. De hecho, en cada detalle participan cientos de personas que garantizan un oficio colmado de buenas prácticas.

En Colombia, un pequeño grupo de nacionales y unos pocos extranjeros dedican su vida, o parte de ella, a la crianza del toro bravo, que demanda la propiedad de tierras, la capacidad técnica y económica para adecuarla, y las instalaciones apropiadas para hacer de estas lugares seguros para los operarios y adecuadas para la independencia que demanda el toro en el campo -desde su nacimiento hasta la salida para la plaza de toros donde será lidiado-, un proceso que dura entre cuatro y cinco años.

Las ganaderías colombianas tienen origen en el toro de lidia español desde 1928, cuando se realizaron las primeras importaciones de animales con el estricto propósito de producir la materia prima para las corridas, hasta finales del siglo anterior, cuando se realizaron importaciones de semillas de cría de diferentes encastes.

Actualmente, el país cuenta con 116 ganaderías de bravo, con una marcada tendencia a localizarse -por razones de facilidad de manejo- en tierras con altitudes entre los 2.450 y los 4.200 metros sobre el nivel del mar.

Dichas ganaderías lidian sus productos en las siete plazas de toros de primera categoría, 66 de segunda, seis portátiles y algunas aún improvisadas en pequeñas poblaciones de Cundinamarca, Boyacá y los Santanderes, en ese orden.

ECONOMÍA TAURINA, MÁS QUE "FIESTA BRAVA"

La contratación de un torero que llega del exterior, dependiendo de la temporada, puede superar los 150.000 dólares por actuación -unos 280 millones de pesos-, mientras que un torero local percibe cerca de 20.000 dólares por corrida (38 millones de pesos). "En plazas de primera categoría se cobra un impuesto adicional del 35 por ciento sobre los honorarios del artista extranjero", aclara el empresario de Gutiérrez Arango.

Se trata de una industria que por temporada genera cerca de 15.000 empleos indirectos y 1.200 directos, entre las ganaderías y las empresas que se relacionan con el negocio. Un negocio que requiere inversión y esmero. Para sacar a la plaza una corrida de toros de siete ejemplares es necesario tener como mínimo 34 vacas de vientre y un semental. La ley obliga a que los ejemplares sean mantenidos durante esos años en óptimas condiciones sanitarias y de alimentación, lo que a su vez garantiza un buen comportamiento en la plaza.

Cada empresario debe garantizar por corrida, a través de un apoderado, tres toreros, nueve banderilleros, seis picadores, tres ayudas y un puntillero; se deben contratar un transportador que moviliza a los animales desde la ganadería hasta la plaza, dos caballos para el paseíllo, ocho más para las picas y dos para el arrastre final.

De acuerdo con Miguel Gutiérrez, propietario de la ganadería de los Herederos de don Ernesto Gutiérrez, alrededor de toda esta actividad se benefician varios mercados directamente; por un lado, el correspondiente a medios radiales, impresos y televisivos y, por otro lado, el sector de imprentas que debe hacer lo propio en relación con las boletas.

Así mismo, el empresario responde por el personal de taquilla, seguridad, logística, el cuerpo médico y las distintas autoridades de la plaza.

Las plazas de toros de Bogotá, Manizales, Cali y Medellín, plazas de primera categoría en Colombia, tienen un aforo bastante similar, cercano a los 15 mil espectadores; la primera y última ciudad desarrollan sus festejos taurinos bajo la modalidad de temporada, que significa espectáculos cada fin de semana, durante varias semanas, a diferencia de Cali y Manizales que son ferias, donde los festejos se realizan a diario.

Según el empresario, la naturaleza de la explotación agropecuaria del toro de lidia obliga a mantener la independencia y la privacidad del animal. Para ello, las fincas conservan restricciones en el cruce de vehículos, se mantienen políticas de conservación del medio ambiente y está prohibida la caza y la pesca, lo que les permite a la fauna y la flora reproducirse sin limitaciones.
Es, además, una industria de estudios genéticos permanentes. 

Colombia ocupa una posición importante en el uso de herramientas de mejoramiento genético en el toro de lidia, entre las cuales se encuentran la inseminación artificial y la transferencia de embriones. "Fuimos los precursores de ese desarrollo a partir de 1973, cuando con muchas dificultades y un buen manejo logramos sobrepasar los obstáculos y mejorar ostensiblemente los porcentajes de fecundidad, que hoy sobrepasan el 60 por ciento", aclara el doctor Gutiérrez, uno de los más consagrados y estudiosos del tema, que lidera varios procesos de innovación genética.

MÁS RECURSOS PARA LA CIUDAD

Las plazas de toros colombianas cumplen desde hace más de 15 años con una labor social, pues son dirigidas por empresas locales en las cuales algunos ciudadanos prestan sus servicios de forma voluntaria. Adicionalmente, en el caso de Bogotá, por ejemplo, la Corporación Taurina le ha entregado al Distrito más de 10 mil millones de pesos desde el año 2000 para invertir en parques y escenarios deportivos para la recreación popular.

Por su parte, Cormanizales entregó una suma similar en impuestos que fueron al Hospital Infantil de Caldas; mientras que Cormacarena, en Medellín, ha entregado casi 15 mil millones de pesos en impuestos y en contribuciones al Hospital San Vicente de Paul.

Una pregunta que suelen hacer los curiosos de la fiesta brava sobre el destino final del toro de lidia es ¿qué sucede cuando hay indulto y qué sucede con el ejemplar que muere a estoque? 
En el primer caso, el ganadero regresa el valor de las carnes del ejemplar indultado a la empresa que le compró la corrida y conserva la propiedad del toro, el cual se cura y regresa a la finca como semental; en la segunda situación, la carne del toro se vende a un carnicero, quien la desposta y expende como la carne de cualquier otro bovino.

Así las cosas, la industria taurina constituye una actividad de diversión y esparcimiento, generadora de empleo, con un compromiso social con la salud y el medio ambiente, y que contribuye con el aparato tributario como cualquier otro sector económico en Colombia.